jueves, 26 de agosto de 2010

ciego en un museo



Durante la visita al museo Guggengein, mientras miraba un kandinsky, que creo recordar que no había visto ninguno antes cara a cara, el vigilante de la sala llamó la atención a unos visitantes, al darme la vuelta para ver que ocurría, vi que eran una pareja de personas ciegas (acompañados de su hijo que les guiaba y les iba explicando cosas) que había pasado la línea disuasoria y se había acercado más de lo permitido al cuadro.

Mi primera reacción fue pensar que tontería siendo ciego entrar en una pinacoteca, en otro tipo de museo podría haber cosas especiales para ellos , pero allí nada, porque todo era visual.

Seguía pensando en ello, me llamó mucho la atención y después pensé ¿por qué no?, que más da que no veas, un museo no es solo lo que se ve, es también el ambiente que se respira, ese sonido de murmullos, es otra atmósfera que no solo se percibe por los ojos.

Desde luego si estuviera ciego no querría privarme de visitar museos, aunque no viera lo que exponen, si el vivir la experiencia, el ritual, el espíritu que te invade cuando estás en él.

Lo que me hubiera encantado es saber inglés para oír las explicaciones que el hijo adolescente les iba dando y apreciar una pintura a través de las palabras.

lunes, 23 de agosto de 2010

CONTRASTES

Bueno ya va llegando el fin del verano y de vuelta por casa después de casi dos meses fuera. Estos días de finales de agosto siempre tengo la misma sensación de nostalgia, un poco tristeza de terminar las vacaciones y empezar de nuevo el colegio, es lo que tiene no haber salido del colegio desde chico; y siempre me viene a la mente el capítulo final de verano azul ( cosas de mi generación...jeje).

Estas últimas semanas mis retinas han experimentado unos contrastes enormes de los lugares donde he pasado el verano, mejor que explicarlo es verlo: